En una escuela de Massachusetts, a 73 niños discapacitados los alimentaron añadiendo una cucharada con isótopos radioactivos en los cereales de sus desayunos. En un hospital del estado de Nueva York, a una mujer de dieciocho años los médicos del proyecto Manhattan le inyectaron plutonio, ella creía que estaba siendo tratada por un trastorno de la pituitaria. En una clínica prenatal de Tennessee, 829 mujeres embarazadas recibieron «cócteles de vitaminas» (en realidad, bebidas que contenían hierro radioactivo) como parte de sus tratamientos prenatales.
En 1945, el poder destructivo de la energía atómica ya era bien conocido por los investigadores, pero los efectos de la radiación en los seres humanos, no. Experimentaron con civiles, especialmente con la finalidad de tratar el cáncer. Los médicos del proyecto Manhattan se embarcaron entonces en un experimento humano terrible: la inyección sistemática de plutonio radioactivo a ciudadanos estadounidenses. La autora –Premio Pulitzer de periodismo– desvela los ensayos científicos que redujeron a miles de hombres, mujeres y niños a «cobayas atómicos». Gracias a cientos de documentos desclasificados y entrevistas de primera mano, esta obra rastrea la historia que hay detrás de un encubrimiento que duró más de cincuenta años.